¿Quieres ser dichosa? (1)

Procura ser dichosa, busca la dicha tenazmente, y si no encuentras la dicha grande, podrás encontrar las pequeñas dichas, que son fáciles y duran más sobre el corazón. 
Aprende a gozar con lo pequeño y que te haga feliz la simple luz del día, una sonrisa o una mirada cordial.
Mata la ambición, que es plebeyez espiritual. A la fuente de la felicidad vienen muchos en busca de agua vital. Los lujuriosos traen grandes cántaros, y se fatigan con el peso de su misma ansiedad. Los que son humildes y sencillos llevan solamente un vaso, lo llenan y se van con paso ligero y dichoso.
Si hoy te ama tu amigo y te es leal tu camarada de labor, si tu huerto tuvo una rama florida y miraste el mundo, que es hermosura, puedes tenderte apaciguada en tu lecho al acabar el día.
Si no tuviste una de esas cosas materiales, busca la otra que se te ha debido dar, porque el Donador no duerme y su mano está siempre labrando bienes para los hombres.
Tal vez fuiste capaz de concebir un pensamiento alto, o amaste más que ayer, al besarlo, a tu hermano. También eso fue ganancia, porque añadiste alma a tu alma.
Has ganado también si tuviste más ágiles las manos en la faena; has ganado si este día tuviste más suavidad de corazón y escuchaste una injuria sin la contracción de odio que hay en ti siempre.
Y si nada visible recibiste, está segura de que aún tu ganancia fue mayor, porque ha sido misteriosa, maravillosa. Alguno que hoy conociste te amo sin decírtelo, y te va a seguir toda la vida con su ternura. Hay semillas de amor que el sembrador no ve caer, que se deslizan de sus dedos, y brotan, y le entregan flor y fruto un buen día, bajo sus miradas de asombro. Te aseguro que este día fue de cosecha para ti, como lo son todos los días de los hijos de Dios.
9 de Septiembre de 1954
(1) Gabriela Mistral
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